Al final no era más que
un poco de carne desvanecida.
Mi piel se derritió
y la explosión fue fantástica.
Explosión de un aroma de otro cosmos
que fue el resultado de
toda esa energía que he gastado
años y años
de pensar.
Yo y mis ideas raras.
Y cuando ya no existia
mi piel se estaba derritienda,
licuada
corriendo dentro de las raíces de los árboles
y esos árboles comenzando de nuevo
el ciclo de las mismas ideas
solía tener.
Todo en silencio.
Tal como yo.